Con las celebraciones de navidad y año nuevo encima, tomando en cuenta que tenemos aperturas como no las tuvimos en los meses anteriores desde que el SARS-CoV-2 llegó a cambiarlo todo, nuestra lentísima tasa a la baja en incidencia y la preocupación de las autoridades sanitarias respecto del aumento de casos en hospitalización, nuestro desafío de resistencia contra el virus será mayúsculo en las semanas por venir. Para más, tanto autoridades, como equipos médicos y colaboradores de atención y respuesta, están exhaustos.
Además, si nos salimos de la habitual propensión a verlo todo solo en nuestro pequeño entorno, observamos la segunda ola en Europa con cierres, confinamientos, multas y oposiciones que se traducen en protestas. Y, para no ir tan lejos, en los Estados Unidos la pandemia está descontrolada. Los casos han aumentado en 47 de los 51 estados de la Unión y los epidemiólogos temen en cosa de dos semanas más puedan estar muriendo 3,000 personas por día en ese país.
Claro, que las esperanzas por el advenimiento de las vacunas son realistas y a juzgar por los resultados anunciados en estos días por las gigantes Pzifer y Moderna, en cuanto estén listas las aprobaciones de la Administración Federal de Alimentos y Medicamentos FDA, se potenciará la producción para abastecer al mundo, Costa Rica incluida por supuesto.
Pero mientras eso sucede y aun cuando la vacuna llegue, los protocolos y los consecuentes peligros de la inobservancia, seguirán por mucho, presentes en nuestras cotidianidades. Conversamos con el ministro de Salud Daniel Salas, sobre el estado de situación del virus que cambió el planeta.