Donald Trump guarda tan poco respeto por las formas de la democracia (y en la política, recordemos, las formas son el fondo) que tiene a medio mundo intentando asimilar el mal trago del espectáculo del primer debate presencial en los Estados Unidos el martes.
Fue un bochorno para la democracia occidental otrora más influyente del planeta. El mismo contrincante víctima de las interrupciones constantes, hizo eco del comentario generalizado.
“Fue una vergüenza nacional”, dijo Joe Biden. Pese a ello, ratificó que asistirá a los dos encuentros restantes con el actual inquilino de la Casa Blanca.
Dígase lo que se diga, Donald no lució bien. Pero tampoco Biden. Aunque por razones distintas. También perdió hacha, calabaza y miel el afamado periodista de la cadena Fox que intentó conducir lo que se pretendió fuera un debate político. Por más malabares que garabateó, Chris Wallace no pudo controlar al empresario que huye el pago de sus impuestos, tema que esa noche también rehuyó contestar de manera explícita, dado el golpe que supuso la revelación por el New York Times de su expediente con el Tío Sam y el gancho que dieron los demócratas al dar a conocer la declaración tributaria de Biden apenas unas horas antes del debate. Tal vez por esas vulnerabilidades fiscales que arrastra desde la campaña electoral pasada —y seguro aún sin ellas— Trump se dedicó a lo que le sale de natural: atacar, insultar, interrumpir y ofender incluso en el plano personal y familiar. Un fango al que no se rebajó Biden, que sin embargo en un momento no aguantó y lo llamó “payaso”.
Los sondeos reventaron de inmediato y si puede decirse que hubo un ganador de aquel zafarrancho, el que menos perdió fue Biden, que sigue primero en las encuestas de intención de voto. Cómo se sabe, los debates no mueven a los decididos y con el espectáculo ocurrido podría no mover tampoco a los indecisos, muchos de los cuales habrán sentido lo que un comentarista político que muchas veces —dijo— sintió ganas de tirarle un zapato a la pantalla de su televisor.
Lo cierto es que la Comisión de Debates Electorales adelantándose a la próxima conflagración el 15 de octubre, anunció que introducirá “nuevas herramientas que mantengan el orden”. Con la personalidad irascible del Presidente nadie se atreve a apostar por la recomposición del formato. Lo que sí es seguro es que habrá tanta audiencia o más que para el primero. La última cita sería el 22 de octubre.
Mientras tanto, la semana entrante se presagia un encuentro de mayor estatura entre el Vicepresidente Mike Pence y la candidata demócrata Kamala Harris. Ojalá. En Hablando Claro conversamos sobre la tortuosa senda de la campaña electoral estadounidense con el periodista, columnista y exembajador Eduardo Ulibarri.