En cuanto a los menores de edad se refiere, el SARS CoV-2 no alcanza llegar al 10% de los contagios totales del país en estos seis meses para la historia. Pero sin duda, los niños, las niñas y los adolescentes, son víctimas extremas de una situación para la que nunca los padres y maestros -los adultos todos- no pudimos prepararnos para ayudarlos a enfrentarla.
Las problemáticas estructurales, como otras, ya estaban ahí. Uno de cada tres niños vive en pobreza en Costa Rica. Aunque nos resulte una realidad difícil de creer, el 17% de los chicos de 2 a 12 años no asistían a la educación regular.
En cuanto a la convivencia familiar un 2.5% de los menores fueron reportados con castigo físico severo. Y tristemente, 1 de cada 3 niños ha sufrido agresión psicológica en su propio entorno; ese que debería ser el más seguro de todos. Más aún, el 47% de los chicos ha sido (o ha pretendido ser) disciplinado mediante métodos violentos.
Y a todas estas dolorosas realidades, ahora la vida en pandemia. Los pequeños han perdido contacto con sus pares porque no volvieron a la escuela ni al cole. Muchos no volvieron a ver a sus primos, a sus abuelitos y tíos.
Y también viven (no podemos ni imaginar cómo) las incertidumbres familiares ahí en esos hogares donde se perdió el empleo, donde no hay dinero para pagar las cuentas. Usualmente vemos la pandemia en clave adulta. Este miércoles 9 de setiembre también; pero lo hacemos con ayuda de la vasta experiencia y la sensibilidad de la Dra. Olga Arguedas, directora del Hospital Nacional de Niños y Yetty Robles, psicóloga del Hospital Nacional de Niños.