Apenas seis meses atrás, cuando la pandemia irrumpió abruptamente en nuestras vidas, la Sociedad Interamericana de Prensa clamaba con orgullo que la ética había vuelto a iluminar al periodismo.
Eran aquellos días en que los periodistas, los políticos, los ciudadanos, los sindicalistas y los empresarios, todos, parecían imbuidos solo de propósito de interés común para enfrentar el temido SARS-CoV-2. Aquello parecía irreal. Y la verdad, lo fue. Irreal y pasajero. Como los espejismos.
Hoy tenemos claro que la crisis de la salud pública ha expuesto todas nuestras fortalezas como sociedad. Pero también ha mostrado con extrema claridad –incluso crudeza- todas nuestras falencias. Entendámonos, esas falencias ya estaban ahí. Lo que pasa es que ahora están todas puestas en vitrina. Y muchos de los espejos que tenemos son francamente decepcionantes. Por decir lo menos.
Y en cuanto al periodismo se refiere pasa exactamente lo mismo. El buen periodismo parece avasallado por una especie de crisis de identidad que –aunado a la crisis económica que también ya vivía pero que ahora lo asfixia, termina por devaluar, cuando no de prostituir, los valores de uno de los oficios más nobles de la democracia representativa. Porque no olvidemos, que la democracia se sustenta en gran medida en los basamentos de la libertad de expresión y emisión del pensamiento y en la libertad de prensa.
Entonces surgen las preguntas a granel: ¿estamos ofreciendo un producto periodístico acorde con lo que se espera de nosotros? ¿Dónde quedó nuestro código de conducta y la responsabilidad social del oficio? ¿Dejamos nuestros preceptos de lado y nos entregamos al dios del rating y al reino de las redes sociales? ¿Qué pasó con la calidad de la formación universitaria? ¿Cómo respondemos ante los reclamos de audiencias disconformes con lo que hacemos?
El maestro de ética periodística Javier Darío Restrepo asegura que en una hora crucial para el devenir del oficio, “el periodismo que sobrevivirá es el que sepa responder a la inteligencia más que a la curiosidad”. ¿Estamos claros del tamaño de nuestro desafío y de lo cerca que estamos de la extinción si no ponemos por delante la ética humana para desarrollar nuestro trabajo? En HablandoClaro conversamos con los experimentados periodistas Thais Aguilar y Alejandro Fernández Sanabria.