El fantasma de la profunda crisis económica y social de los ochenta ha vuelto a aparecer con diversas caras. Una de sus máscaras más temibles, es la factura educativa sobre cientos de miles de niños, niñas y adolescentes en formación.
Para más, esta crisis sanitaria nos encontró en lo educativo como nos topó en lo fiscal; sin mucho margen de maniobra y, por supuesto, con mayor afectación para los estudiantes de la educación pública; ni más ni menos que el 93 % del total. ¿Por qué? Por un lado nunca como ahora queda crudamente establecido el elevadísimo costo de la huelga del segundo semestre del 2018. Y por otro, las carencias, insuficiencias y claroscuros de la lenta interconectividad deja de lado hoy las oportunidades -que aunque sean limitadas- son las únicas a mano para atenuar los impactos de la interrupción abrupta del curso lectivo de este 2020.
Y es que siendo realistas, es muy poco probable restablecer clases presenciales en lo que resta del año y si vemos el futuro próximo, para el 2021 la educación podría perfilarse como un modelo híbrido que se moverá entre la actividad presencial y la virtual. Por lo tanto es urgente atender hoy el tema de la conectividad, que deja al descubierto asimetrías y requerimientos imperiosos para proporcionar oportunidades a medio millón de estudiantes que –de acuerdo con el mismo Ministerio de Educación- tienen limitaciones o impedimento total- de conectarse con la nueva modalidad educativa que irrumpió, no solo en sus vidas, sino también en las de los mismos educadores; muchos de los cuales tampoco tenían la capacitación y herramientas necesarias para las nuevas condiciones de la formación.
¿Cuál es la fotografía educativa del país en este momento? ¿Cuáles las brechas entre lo público y lo privado? ¿Entre lo urbano y lo rural? ¿Cuál es la urgencia y cómo asegurar la educación a distancia? ¿Con qué estrategias contamos como país para atender una situación que acongoja hoy a América Latina, el continente de las desigualdades?
¿Estamos a tiempo de salvar a toda una generación de la pérdida de capacidades cognitivas? ¿Tendremos más muertes intelectuales que muertes por el SARS-CoV-2? En Hablando Claro Isabel Román, coordinadora del Estado de la Educación del Proyecto Estado de la Nación, contesta los angustiosos cuestionamientos de la educación costarricense en tiempos de pandemia.