Vivimos en la región del mundo con más contagios por coronavirus y la información corre tan vertiginosamente como los efectos devastadores de la crisis. Sin embargo a pesar de las malas nuevas de incrementos de contagios y de decesos este fin de semana largo; de inusual celebración de los 196 años de la Anexión del Partido de Nicoya a Costa Rica, muchos sucumbimos a la necesidad de un respiro fuera de la GAM, el sitio teñido de naranja encendido con la mitad del total de los contagios del territorio nacional.
Tantos casos tenemos, como capacidad a tope que obligó a Salud a variar la confirmación por nexo epidemiológico, para establecer que ahora los miembros de una misma burbuja que aparezcan con síntomas a partir de un caso confirmado, se darán también como positivos por COVID-19 sin necesidad de tamizaje. Para el Dr. Daniel Salas es una medida práctica, que no varía la orden sanitaria de los 14 días para todo el núcleo familiar de un único confirmado con prueba en mano como ya lo establecía el protocolo anterior, sino únicamente la derivación de nuevos casos prácticamente inevitables a partir de un miembro, dada la alta posibilidad de contagio como producto de la convivencia.
La pandemia avanza y nuestros ejércitos de trabajadores de la salud corren con planes de abordaje para atender contagios colectivos en casas de ancianos, que se suman ahora a las premuras con cuarterías, poblaciones penales y otras en riesgo por vulnerabilidad extrema. Lo más duro, es asimilar que aún no pasamos lo peor. Por eso es que nuestros hospitales, con el San Juan de Dios a la cabeza, preparan ya como en otros países, contenedores para resguardar cadáveres de fallecidos por el virus.
Razón de más para entender porque este año hay que vivir la fe sin exponer la salud, como alentó el ministro de Salud, en alusión a no hacer la romería. Como en el 2009, pero ahora con la contundencia del riesgo y no como en aquel entonces en prevención.
Todo estas realidades juntas, sin embargo, parecen no conducirse con protestas y exigencias de apertura de sectores y gremios, tanto como las manifestaciones de quienes en los últimos días claman por influir en los diputados para que no avancen recortes de gasto público, en la encrucijada de mayores inversiones sanitarias y muchísimos menos recursos por ingresos de esta actividad económica en picada. Por eso la política sigue su curso, a veces –al parecer- un tanto ajena a la crudeza de la pandemia. De coyuntura política local conversamos con el especialista Gustavo Araya Martínez.