Convencido que saldremos de la pandemia más fortalecidos como nación, el Presidente de la República se resiste contra viento y marea a sucumbir al pesimismo.
Con unas finanzas públicas deterioradas, quien asumiera la conducción del Ejecutivo hace dos años aspirando a la celebración del histórico Bicentenario de nuestra Independencia Patria, hoy administra la escasez y encara las gigantescas necesidades del país, en medio de las críticas ácidas de quienes reniegan de sus decisiones políticas, un día sí y otro también. Porque no hay sino una realidad: la polarización política no se fue cuando llegó la pandemia. Por el contrario, permea todas las deliberaciones de los tratamientos amargos de la crisis.
Sereno y ponderado, aunque con evidente cansancio reflejado en los ojos, Carlos Alvarado optó ahora por una medida que lo hace repudiable para los empleados públicos. No para todos, claro, pero sí para una parte de los 35 mil que ganan más de 1.5 millones al mes a quienes -de acuerdo con su propuesta al Congreso- se les reducirían los jornales 15 % por los próximos 12 meses.
Pero esa es solo una de sus difíciles apuestas de la crisis. En este segundo semestre, el presidente que ya había ganado la dura batalla de la reforma fiscal del 2018, ahora pretende convencer a los diputados para lograr no solo aprobar el presupuesto extraordinario con recortes por 458 mil millones de colones, sino también el Presupuesto Ordinario de la República, el pre acuerdo político para ir a tocar luego la puerta del Fondo Monetario Internacional, la ley de empleo público, la de jornadas excepcionales para abrir modestas oportunidades laborales, el fortalecimiento de la inspección laboral y la reforma al INA. Sí, todo esto en menos de 6 meses.
Y no es que se “recueste” en los diputados, dice. Es que en Costa Rica, por suerte, no se gobierna por decreto. El Ejecutivo gobierna con el Legislativo. ¿Logrará lo que se propone con las limitaciones que tiene? En Hablando Claro el presidente de la república don Carlos Alvarado Quesada.