La situación país se torna cada vez más compleja. No es una sentencia. Tampoco una expresión derrotista. Hay que mantener el ánimo en alto y la convicción de que saldremos adelante en los mejores términos posibles. Pero lo cierto es que los ánimos empiezan a caldearse. Adjetivos como “golpe en la espalda”, “actitud criminal”, “golpe bajo” o “armemos un frente contra las decisiones del Ministro de Salud”, empiezan a reflejar la impaciencia y la desesperación de unos, así como la incomprensión de otros y hasta el cálculo político electoral que no puede faltar, frente a lo inusual de una pandemia, cuyo curso ascendente en el territorio nacional obliga a considerar y reconsiderar todos los días las medidas que se van adoptando.
En el día a día de estos largos y dificultosos meses, debemos resolverlo todo: los contagios crecientes, las disputadas políticas, la asistencia social para los desempleados, la urgencia de mano de obra para recoger las cosechas frente a la actitud xenofóbica de quienes culpan de nuestros problemas a los migrantes, el abultadísimo déficit fiscal, la necesidad de abrir la economía y por supuesto, la indisciplina de unos que nos cuesta carísimo a todos en términos de protocolos de convivencia.
Por lo pronto (todo urge) el requerimiento de mano de obra para las cosechas de los próximo seis meses obliga a un proceso de regularización de migrantes, porque se da por descontado que pese al desempleo formal e informal creciente no sería posible llenar con nacionales las 74 mil plazas que se requerirán, según las proyecciones de la Cámara Nacional de Agricultura y Agroindustria.
Solo para asegurar la cosecha del grano de oro se necesitarán casi 20 mil recolectores, pero también serán determinantes los brazos para los cultivos de melón, sandía, naranja y caña de azúcar, entre otros productos de nuestra variedad exportable y de consumo local. Conversamos de los requerimientos de mano de obra para las cosechas nacionales con el ministro de Agricultura y Ganadería Renato Alvarado.