Celebramos este 3 de mayo el Día Mundial de la Libertad de Prensa. Y en efecto, en Costa Rica, ranqueado recientemente por Reporteros sin Fronteras como sétimo país del mundo en la materia, podemos celebrar la fecha, sabedores que en toda circunstancia la prensa ejerce sin cortapisas su tarea y con ello otorga solvencia a la condición de democracia plena que ostenta la nación.
En un recuento laborioso del acervo jurisprudencial que protege la libertad de prensa, el presidente de la Sala Constitucional Fernando Castillo, afirma que el país ha protegido y garantizado el derecho a esta preciada libertad social en apego estricto al espíritu de las democracias liberales y los instrumentos de derechos humanos. Incluso ahí cuando nos quejamos por los excesos y hasta la mala fe de algunos enfoques periodísticos (retorcidos), el ordenamiento jurídico opta siempre por defender la libertad de prensa y reserva para sanción posterior, las responsabilidades por la mala praxis. Es decir, censura previa nunca.
Esto se dice fácil, pero convertirlo en práctica de observancia permanente no lo es; aunque ciertamente en un momento como el que vivimos es propicio para reconfirmarlo. Como sabemos por la reciente encuesta del Centro de Investigación y Estudios Políticos de la UCR, la ciudadanía ha traído a valor presente la adhesión al sistema democrático (con todo lo que ello implica) en una calificación que se disparó 18 puntos para ubicarla en un 76%, el punto más alto desde 1987 (Plan de Paz para Centro América, primera administración Arias Sánchez).
El periodista Eduardo Ulibarri plantea que los reconocimientos internacionales que nos ubican siempre como estandartes de democracia, libertad de prensa y defensa de los derechos humanos en el mundo, nos ponen delante de enormes desafíos para no estancarnos, sino por el contrario avanzar en la búsqueda de reformas estructurales. Algo en extremo delicado (además) en plena coyuntura mundial de pandemia, pero ciertamente interesante si nos planteamos que todo indica que el multipartidismo (con todo y las infaltables disidencias y estridencias) va tomando forma en el cuadro político, en cumplimiento de acuerdos sobre la mesa y particularmente en respuesta a las necesidades imperiosas de reformas para vigorizar las instituciones democráticas, siempre urgidas de remozamiento para cumplir el fin último de responder a las crecientes y complejas necesidades de una multiplicidad de legítimas demandas ciudadanas. Conversamos con el periodista Eduardo Ulibarri Bilbao.