Es cierto que no hay manera de prever cómo cambiarán todas las actividades humanas con el coronavirus, pero ya hay hipótesis en el horizonte.
Estaremos en la casa más que antes; aumentaremos la “virtualización” del comercio, los estudios y las actividades sociales; nos preocuparemos por la salud más que antes y seremos más selectivos para viajar, entre otros muchos nuevos estilos de vida. Y algo seguro: en todo el mundo habrá más prudencia al momento de gastar.
Esto lo están midiendo ya quienes hacen inteligencia comercial en las empresas, en los conglomerados de inversiones y también en los gobiernos, incluido el nuestro.
Después de la caída anunciada de las exportaciones de un 15,7% para este 2020, la recuperación económica será un proceso lento y difícil, pero será imposible si no se hacen los cambios para responder a esas nuevas realidades, hábitos y regulaciones que se perfilan.
Corresponde entonces a partir de esas transformaciones evaluar las fortalezas de nuestra economía y ajustar la oferta para que Costa Rica pueda responder a la nueva demanda internacional. Por ejemplo: ¿podremos atraer mejor a los turistas internacionales? ¿Cuánto ayuda ser la base de una boyante industria de dispositivos médicos? Las respuestas que se asoman y las preguntas que tenemos las planteamos a la ministra de Comercio Exterior, Dyalá Jiménez Figueres.