En tanto nos anotamos con satisfacción evidente un éxito parcial contra la pandemia en esta primera etapa de la lucha, vamos asumiendo el inmenso costo de la afectación económica que ya advertíamos desde inicios de marzo cuando debieron ponerse freno a la inmensa mayoría de las actividades productivas.
La caída de 3.6% de la producción anunciada por el Banco Central, coincide con la adelantada para nuestro país por la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) y es un poco más elevada que los pronósticos emanados del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional (3.3%).
Solo en este año nuestras pérdidas de productividad sobrepasarán 1,3 billones de colones. Tres veces y media más que en el crack financiero global del 2009 cuando perdimos un 1%. Para muchos la referencia de la llamada “crisis del gobierno de Carazo” no dice mucho porque no lo recuerdan o no lo vivieron, pero muchos otros sí. Y tienen claro el trauma país que significó. Así que recordándolo o no, viviremos la peor caída económica de las últimas cuatro décadas, desde aquellos aciagos días 1982.
El consumo en los hogares caerá un 0.6% del Producto Interno Bruto (lo cual implica que dejaremos de gastar 138 mil millones de colones) mientras los gastos del Estado aumentarán 2.2% y la inversión apenas crecerá un 0.2%. Y como si esto fuera poco los ingresos, lógicamente, van en picada.
Con nuestros socios comerciales también en problemas, la caída estimada en la adquisición de nuestros productos será de 5,5% este año y se repondrá lentamente apenas 1,2% el año próximo para quedar por el orden de 4,3%. Para poner en perspectiva la actualización extraordinaria del panorama macroeconómico del país conversamos con el presidente del Banco Central Rodrigo Cubero.