Quizás todos nos hemos preguntado cuándo volveremos a nuestras actividades productivas sin habernos detenido en una interrogante tanto o más importante: ¿Cómo?
Sea en nuestro negocio, empleo, estudio o nuestras acciones de consumidores, habremos cambiado maneras que no alcanzamos a dimensionar aún, en buena medida porque la emergencia global no ha acabado y no lo hará tampoco con los aguaceros de mayo.
Habremos de replantearnos no solo cómo conducirnos en la "nueva normalidad" sino también con cuáles parámetros o escalas de valores individuales y sociales. La palabra “desarrollo”, seguramente, va a adquirir un significado diferente y el “bienestar colectivo” ocupará un espacio distinto en un mundo empobrecido y golpeado como está ya con la pandemia de Covid-19.
Un desafío especial tendrá América Latina y, en lo particular, nuestro país, que parece capaz de capear la emergencia sanitaria, pero azorado por la enorme factura que vendrá sobre una economía que ya crecía poco y mal. El golpe podremos atenuarlo con las lecciones que obtengamos en tecnología y en inteligencia colectiva para no olvidarnos de un par de grandes objetivos del desarrollo sostenible.
Por eso nos toca buscarle el lado fértil a la “La Gran Pausa”, como algunos creen que se le llamará en los libros de historia al momento que vivimos. Ese trabajo deberá ser, como nunca antes, en el conjunto de lo público y lo privado, advierte Jaime García, investigador y Director de Proyectos del Índice de Progreso Social, en el Centro Latinoamericano para la Competitividad y el Desarrollo Sostenible (CLACDS) de la universidad INCAE, con él conversamos en Hablando Claro