Encadenamos en Costa Rica tres días seguidos en que las personas recuperadas de COVID-19 son más que los nuevos pacientes de esta enfermedad que nos mantiene en vilo. Esto significa tres jornadas continuas en que hay reducción de los casos activos del virus, tres días además en que registramos nuevos casos por debajo de dos dígitos; dos ángulos que nos dan optimismo pero no triunfalismo, porque este mismo domingo conocimos la noticia dolorosa de una quinta persona que falleció por la epidemia.
En términos generales y comparativos, Costa Rica completó seis semanas y va controlando la emergencia sanitaria. El costo es altísimo ciertamente. Además de las cinco vidas, la salud de 660 personas en total, el sacrificio de la mayoría de costarricenses que hemos cumplido con el confinamiento domiciliar y por supuesto la factura económica que pagan muchísimos empresarios y trabajadores.
Queda la pregunta de cómo llevaremos la crisis social que resulta de muchos factores que ya estaban ahí y que se potenciaron con la epidemia. Queda también la mayúscula incertidumbre económica que se yergue sobre todo el mundo y en particular sobre nuestra economía que ya renqueaba desde antes.
¿Cómo hacer para mantener bajo control la curva del deterioro económico? ¿Podrá nuestro sistema evitar un crecimiento exponencial de la crisis y evitar la tragedia de un colapso? Ya sabemos que hay un golpe severo que los organismos lo calculan en un decrecimiento de 3% del PIB, por lo que hay factores que no nos dejan descartar la pregunta: ¿Estamos exentos de un ‘crack financiero’? Con este enfoque y los elementos que nos proveen las noticias recientes conversamos con el expresidente de la República, Miguel Ángel Rodríguez.