Entramos sí o sí en una fase de crecimiento acelerado de contagios. Ahora es cuando se sabrá si somos capaces de detener la curva descontrolada que satura e inhabilita los servicios hospitalarios o sí podremos hacer la diferencia.
Y es que si este virus hubiera saltado directo desde China hasta nosotros, tal vez, solo tal vez, tendríamos alguna justificación para decir que no sabíamos cuán agresiva resultaría su acelerada expansión y su elevadísima incidencia. Pero el resto de Asia y Europa, particularmente, son espejos dolorosísimos que enfrentan, desde antes que nosotros y de manera muy crítica en estos días, la estela del Covid 19; el germen que hasta hinca por igual a grandes potencias y pequeñas naciones, más de 150 en todo el planeta.
Lo cierto entonces es que ya sabemos perfectamente que hay que aplicar distanciamiento; aislarnos todo lo posible como única manera de detener la pandemia. Las autoridades siguen empeñando todos los esfuerzos posibles. Pero en países como Italia y España, sabemos hoy, los ciudadanos no se tomaron en serio la dimensión de la amenaza, mientras en Corea del Sur, por el contrario, la acción decidida y disciplinada -si bien no evito la propagación- sí logró resultados tan meritorios que hoy son motivo de observación y aleccionamiento, tanto como los mismos de China o los de Singapur.
Escuchamos los testimonios de costarricenses viviendo la pandemia en otros lares. Nuestra embajadora en España, Ana Helena Chacón, el embajador en Italia, Federico Zamora y nuestro representante diplomático en Corea del Sur, Jorge Valerio, nos urgen a la acción.