Somos vectores, víctimas y espectadores de una emergencia global que nació en el ámbito de la salud (van más de 5.000 muertes, 160.000 casos en 140 países y 35 confirmados en Costa Rica) y que ya enfermó también a las economías de los países, la nuestra incluida, por supuesto. Será el 2020 un año ingrato.
Estamos aún en pleno desarrollo de la pandemia del COVID-19 y lo urgente todavía es evitar un descalabro en la salud pública obedeciendo las advertencias de las autoridades, pero en paralelo vemos ya perjuicios claros y fuertes en la economía.
Es obvio el impacto para país que en buena medida depende del turismo, aunque también se afecta el comercio, la industria, los servicios… Casi todo.
No sabemos de qué tamaño será el impacto, cuánto se prolongará y contra quienes más, pero justamente por eso urge tomar medidas que resulten ser una mezcla de prevención y paliativo, sobre todo para una economía frenada como la nuestra, en un marco de crudas estrecheces fiscales y en un contexto igual de nervioso o más.
El Gobierno presentó el sábado algunas primeras ideas y algunas fuerzas de oposición también suman propuestas. De ellas hablaremos con la coordinadora del equipo económico del Gobierno, Pilar Garrido, sin descuidar la mirada sobre el riesgo financiero internacional, con el economista Juan Enrique Muñoz Giró.