Este 25 de noviembre es el “Día de la no violencia contra mujeres y las niñas” y nosotros no podemos dejar de poner la mirada sobre ese amplio espectro cultural que ha evolucionado en favor de la igualdad, es cierto, pero que nos sitúa aún lejos de sacar de la vulnerabilidad de las mujeres por razón de su sexo.
Por su puesto que tenemos aún fresco el recuerdo del asesinato de Eva Morera en Barva de Heredia, pero los femicidios y las agresiones físicas son solo la parte más radical de la violencia. Esta se manifiesta en muchas más áreas de las que podemos pensar cuando hablamos de manifestaciones violentas. Maltrato económico, psicológico u obstétrico, acoso callejero, marginación política o patrimonial… Las tareas son muchas.
Es una lucha que lleva años y que se llevará tantos más, mientras como país enfrentamos otros grandes problemas que no tienen por qué ser excluyentes. Se puede hablar de derechos humanos y de crecimiento económico, de las finanzas de los hogares y de la manera cómo las autoridades responden a los focos de conflictividad como el de los universitarios que echaron mano de la gasolina para hacer su protesta y enfrentar a la Policía.
Al final del camino hablamos de propósitos supremos como desarrollo humano, justicia social y buena convivencia, pero el juego político implica siempre balances y prioridades, negociaciones y postergaciones, presiones y demandas. Con este enfoque realizamos este lunes nuestro Hablando Claro con Rosemary Madden, experta en violencia del Instituto Nacional de las Mujeres (Inamu), y con el analista político Gustavo Araya.