Cuando 30 años atrás cayó el Muro de Berlín, se consolidaba la idea de que en el mundo se abrían camino los regímenes de plenas libertades, regímenes democráticos. En efecto, a partir de años los 90 paradójicamente durante la llamada década perdida, en América Latina, se alcanzaron logros significativos en derechos y libertades civiles. Visto en perspectiva, mucho se avanzó. Pero también es cierto que el ascenso a la democracia plena no era un lineal ni mucho menos. Para muestra, los botones de este 2019 convulso y agitado.
Este domingo cayó Evo Morales. Noticia grande: cayó uno de esos gobernantes que habían avanzado en su afán de perpetuarse sí o sí. No le bastó aceptar que se repitieran las elecciones amañadas de octubre, como constató la misión de observadores de la OEA. El Ejército le dio la espalda a Evo y no tuvo más margen que complacer la demanda de miles de bolivianos que en las calles le exigían dar un paso al costado.
En Brasil, algarabía, estrépito y tensión. La salida de la cárcel del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva abre un nuevo capítulo en el convulso escenario político. En un mitín frente al emblemático Sindicato de Trabajadores Metalúrgicos de Sao Bernardo do Campo, en Sao Paulo, el exmandatario -una especie de semi dios político para millones de brasileños- atacó sin contención al presidente Bolsonaro y al ahora cuestionado ministro de Justicia Sergio Moro, quien lo envió a la cárcel casi dos años atrás. Ahora Lula sentencia que en el 2022 la izquierda podría derrotar a la ultraderecha.
En Ecuador y en Chile las protestas han bajado de intensidad pero los conflictos sociopolíticos están lejos de acabar para el gobierno de Lenín Moreno y Sebastián Piñera. Cada crisis con sus incuestionables particularidades. Y también con sus denominadores comunes. Para precisar enfoques conversamos con el politólogo Sergio Araya Alvarado.