El sobrendeudamiento, que no es coyuntural sino que viene marcándose aceleradamente desde hace dos años y medio nos está pasando factura y encima, la incertidumbre que se produjo con los impactos esperados de la reforma fiscal y las largas huelgas, terminaron por contraer aún más la dinámica económica de la adquisición de bienes y servicios.
La situación es muy complicada porque "a los datos de endeudamiento formal en el sistema financiero hay que sumar las deudas en casas de empeño, prestamistas informales, endeudamiento en comercios para adquirir artículos del hogar, planes para adquirir teléfonos móviles, entre otros, los cuales tienen tasas de interés más elevadas que las tarjetas de crédito y los créditos para consumo del sistema financiero formal".
Tales contundentes conclusiones están reflejadas en el estudio de consumo privado que dio a conocer el Observatorio Económico y Social de la Universidad Nacional.
En pocas palabras, estamos hasta el cuello. Y si bien es cierto nunca es buena época para estar debiendo lo que no se tiene, estamos pasando por el ojo del huracán en términos de la sostenibilidad de las finanzas públicas, el nivel de desempleo, el poquísimo crecimiento de la actividad económica de América Latina para este año y la polarización que provocan toda las decisiones.
Entre otras medidas, según el estudio, urge bajar tasas de usura y reducir los altos márgenes de intermediación financiera. Pero, ¿sería eso posible con los bancos en contra? ¿Y qué tanto paliaría la situación, como para pensar en revertir la contracción? En Hablando Claro conversamos este jueves con Roxana Morales de la Escuela de Economía de la UNA y coordinadora del estudio sobre Consumo Privado en Costa Rica.
