No es aventurado afirmar que a la inmensa mayoría nos molesta la situación del país. A unos por razones económicas, a algunos por la complejidad política y a otros por la manera en que los grupos de presión actúan en perjuicio de terceros. En resumen, vamos mal, pensamos la mayoría.
Va siendo hora de dimensionar el descontento popular y saber cuánto amenaza a nuestro sistema democrático. Qué volumen tiene y cómo se compone, para saber cuán probable es que llegue una opción electoral que lo capitalice de la peor manera. Negar esa amenaza sería un grave error.
Aunque no todo depende del Gobierno o del Congreso, es allí donde se dirigen los reclamos. Como evidencia parcial están las fotografías de las numerosas protestas realizadas en el último año, que seguro marcará un repunte en los registros de quienes estudian y miden estos fenómenos sociales. En HablandoClaro hacemos el acercamiento con datos, contexto y los apuntes del politólogo Gustavo Araya.