El Presidente Carlos Alvarado y su gobierno son mal evaluados, el curso de la economía no se vislumbra favorable, la corrupción sigue siendo percibida como el mayor problema y el empleo, o mejor dicho la falta de fuentes de trabajo, terminan por delinear el panorama del pesimismo nacional, según se desprende de la última encuesta de opinión pública de la firma CID Gallup.
Un panorama que no es muy distinto del que perciben los ciudadanos de las democracias occidentales según Philipe Legrain, ex asesor económico de la Comisión Europea, que cita al reconocido Pew Research Center: "el 60% de los occidentales creen que los niños de hoy estarán peor financieramente que sus padres, mientras que la mayoria de los europeos piensan que la próxima generación tendrá una vida peor". Un desafío monumental para los regímenes democráticos.
Pero, como mal de muchos no es consuelo, hemos de hurgar en las vías locales de salida al desencanto nacional, tal vez no para impedir -de acuerdo con Legrain- la casi inevitable caída de occidente, sino al menos para corregir los problemas de la disfunción económica que nos acongojan.
¿Cuáles son los márgenes de maniobra del gobierno de don Carlos Alvarado que apenas a trece meses de gestión es percibido como bueno o muy bueno sólo por la quinta parte de la población? ¿Acaso las esperadas medidas de reactivación económica de junio ayudarán a mejorar esa actitud sombría respecto del presente y el futuro inmediato o podrían más bien profundizarla al contatar que no hay acciones mágicas guardadas en el cajón para revertir en el cortísimo plazo la situación?
Conversamos con el politólogo Sergio Araya.