Marcha atrás. Eso era lo que procedía para desechar la torpe y mal justificada intención de unos pocos diputados de someter al Presidente del Tribunal Supremo de Elecciones a una comisión indagadora en represalia por la investigación de las desastrosas finanzas de la pasada campaña electoral de Restauración Nacional.
Aunque parezca innecesario hay que recordar una vez más que el delicado asunto del financiamiento electoral ha sido históricamente un dolor de cabeza para la inmensa mayoría de las democracias del mundo.
Ciertamente las legislaciones han ido creando controles y mejorando los procesos, pero quedan aún flancos descubiertos por los que se cuelan algunos vivillos en cada torneo. Segundo, que es obligación del TSE hacer balance y escrutinio de los gastos de campaña de todos los jugadores. Tercero, que los malos manejos de los restauradores, que llegaron incluso a propiciar la división de la bancada, eran un secreto a voces y no fue sorpresa alguna que el TSE remitiera el expediente al Ministerio Público para que en sede judicial se esclarezca el descomunal enredo financiero en el que se metieron.
¿Cuáles lecciones quedan de la intentona, que se frustró cuando la mayoría de los diputados urgieron a la Comisión de Ingreso y Gasto Púbico a revertir su pretensión?
Conversamos del tema con el politólogo Gustavo Araya Martínez.