Si los inmensos desafíos de la pobreza, la desnutrición, la falta de oportunidades, de escolarización desde la temprana edad, la violencia y en definitiva el derecho a una vida digna, están siempre presentes para muchos niños y niñas en situación vulnerable; hay que pensar necesaria y obligatoriamente en lo que sucede cuando esas condiciones pre existentes se agravan por debacles como las de ésta inclemente temporada de huracanes en nuestra América Central y nuestras Islas del Caribe.
Basta un vistazo a las dolorosas cifras que sacuden la realidad de América Latina: cada tres minutos muere un bebé de menos de 28 días de nacido. Más del 50% de esos fallecimientos son muertes evitables.
Más de seis millones de niños y niñas menores de seis años padecen desnutrición crónica.
Uno de cada dos niños es víctima de violencia en su propio hogar.
Aunque no somos la región más poblada del planeta y aunque no tenemos guerras oficialmente declaradas, aquí en nuestra América Latina, fallece víctima de asesinato uno de cada cuatro niños que son ultimados en el mundo. Dolorosas vidas perdidas.
Pero no podemos permitir que nos gane el desánimo: también es cierto que en los últimos años hemos sido la región del planeta que más logró disminuir la mortalidad neonatal (en un 67%) y tenemos 70 millones de niños con esperanza de salir de la pobreza.
Para lograrlo, evidentemente no bastan los empeños gubernamentales, diezmados por agobiantes déficits fiscales y crecientes demandas ciudadanas.
Este martes 10 de octubre les contamos cómo Unicef (la organización más reconocida en el mundo en la lucha por los derechos de los niños y las niñas) y la banca privada hicieron un pacto social en Centroamérica, para cambiar la realidad de nuestros niños y niñas.
Con Marita Perceval, Directora Unicef para América Latina y con Roxana Víquez Directora de Sostenibilidad de BAC Credomatic conversamos en HablandoClaro.