Si decimos que la confianza ciudadana está venida a menos, no decimos nada nuevo.
Y de la mano de la desconfianza, camina un sentido de incertidumbre, incomodidad e incluso de orfandad que no solo afecta a la partidocracia sino también a instituciones señeras del sistema como el Tribunal Supremo de Elecciones.
Una última encuesta de Cid Gallup mostró que una tercera parte de los entrevistados no tienen certeza de que las elecciones de febrero de 2018 se realizarán con honestidad. Esta reacción se atribuye, según los investigadores, a la opinión general acerca del devenir del Estado, la nebulosa de la corrupción y las continuas noticias que provocan ruido disonante en el ambiente.
Curiosamente la opinión respecto del gobierno y del Presidente de la República sigue siendo favorable. Un 55% de apoyo, no resulta para nada despreciable si se consideran los nublados del día.
No tan bien le va al Poder Judicial que atraviesa un año durísimo, que es imposible explicar solo por los acontecimientos de las últimas semanas.
Un interesante análisis del periodista Alvaro Murillo en la última edición del Semanario Universidad nos ayuda a entender la naturaleza de la crisis en la Corte Suprema de Justicia.
¿Está nuestra institucionalidad en un punto de quiebre o esa sería una afirmación exagerada?¿Estamos a tiempo de tomar acciones que devuelvan la confianza?
Este jueves 21 de setiembre conversamos con el politólogo Gustavo Araya.