Hoy, al igual que en 1992, cuando la escritora Anacristiana Rossi publicó “La loca de Gandoca” para exponer en una novela mezcla de ficción y realidad la lucha por la preservación del Refugio mixto de Vida Silvestre Gandoca-Manzanillo, esa inacabada batalla está más vigente que nunca.
Y por suerte, a diferencia de aquellos años, hay una inmensa vitrina pública y mediática que acompaña la lucha de pobladores locales, ambientalistas y políticos decentes que alzan la voz fuerte, firme y clara para seguir resistiendo ante la voracidad de quienes persisten en vulnerar el patrimonio que aún nos queda en el Caribe Sur.
Pero claro, si esto es así, solo es por una razón: están vigentes también los poderosos intereses económicos que quisieran urbanizar (de poder hacerlo, claro) toda la orilla del exótico caribe costarricense. Y son intereses que se heredan por generaciones de padre a hijo. No es ficción. Como tampoco lo es una investigación judicial en curso por múltiples incumplimientos de instituciones como el INDER (antes IDA) y el SINAC del Ministerio de Ambiente, que dieron paso a una nueva cesión de cuestionados permisos de tala de árboles en zona protegida.
Pero esta no es la misma lucha de 32 años atrás. Si bien es cierto el dinero fluye, y seguramente mucho más, hoy contamos con un inmenso acopio de jurisprudencia por la consolidación de la Sala IV. También tenemos una protección que se incorporó en nuestra Constitución Política (art.50) como derecho fundamental "a un ambiente sano y ecológicamente equilibrado".
Así que como dice el historiador Iván Molina hoy la novela y la loca gozan de excelente salud... Y con la fuerza acumulada de los años persiste implacable en su denuncia que tiene eco en cientos de miles de personas. Por eso nos enorgullece mucho conversar con Anacristina Rossi.
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