En 48 horas, dos casos de vecinos en disputa dejan como saldo familias destrozadas con una víctima mortal y otra hospitalizada con severas lesiones.
Por supuesto que la violencia estructural está en el centro de la cuestión: el trágico desenlace de una disputa vecinal en Guachipelín de Escazú el lunes volvió a revivir otros casos similares que hemos experimentado en el pasado y que son resultado de un mal manejo de masculinidades machistas.
Aun sin reponernos de esa escena viralizada, dos vecinos también discutieron en San Pedro de Coronado este martes y uno de ellos disparó contra el otro.
“Las cifras anuales de homicidio doloso en Costa Rica durante el periodo 2010-2023 dejan en evidencia una tendencia al alza a partir del año 2020. Llaman la atención dos puntos importantes: el primero de ellos, que Costa Rica duplicó la cantidad de homicidios dolosos durante los últimos diez años (2013-2023) y el segundo, que el año pasado se registró la mayor cantidad de víctimas en el país”. Esto indica Infosegura, un reporte elaborado con datos del Observatorio de la Violencia del Viceministerio de Paz a partir de la información del OIJ.
Y claro está, aunque la mayor parte de esos homicidios corresponden a actividades delincuenciales, también se encuentran ahí los terribles casos de desencuentros causales y cotidianos en los que no se contienen las iras.
Esto nos coloca ante un espejo que debemos mirar de frente, por duro que nos resulte, para fortalecer la atención individual y colectiva de un fenómeno que requiere de intervención social y políticas públicas, para no dejarlo solo en respuestas inmediatas e insuficientes de repudio que finalmente normalizan esas conductas violentas en frías estadísticas.
Nos acercamos pues al tema, desde la expertiz y la sensibilidad del psicólogo Milton Rosales.
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