En una elección sorpresiva, con una intensa polarización -como el signo inequívoco de estos tiempos en todas las democracias- los argentinos decidieron que escogerán en segunda ronda en solo 28 días (domingo 19 de noviembre) a su próximo presidente, entre el actual ministro de Economía Sergio Massa y el libertario ultraderechista, Javier Milei.
Es una determinación en extremo significativa para América Latina. Argentina es la tercera economía regional, con graves problemas estructurales que cruzan lo electoral. Un 40 % de sus 20 millones de habitantes vive en la pobreza, lastrado por el sempiterno problema de la inflación (próxima al estratosférico 140 % este año) y una tasa de cambio de más de 900 pesos por dólar.
Este venenoso cóctel económico, que marca el deterioro de la calidad de vida de la sociedad Argentina, es lo más paradógico del resultado de esta primera ronda: por un lado, sella su desencanto con la política, pero por otro, elige como el primer lugar para ir al balotaje, nada más y nada menos que al titular de la cartera económica.
La irrupción del fenómeno Milei, ha sido sin duda el factor desestabilizador del tablero, tanto que le propinó una inmensa derrota a la alianza de Juntos por el Cambio, cuya candidata, Patricia Bullrich, en su discurso de aceptación de la derrota lanzó un guiño al libertario Milei, acusando al oficialismo de corrupción y de haber endeudado más al país con una campaña de derroche de dádivas.
Para entender cómo se vislumbra el balotaje conversamos con los politólogos, Carolina Ovares y Saúl Buseta.
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