En el primer plano de las desgarradoras escenas de un conflicto bélico siempre está la expansiva y poderosa industria armamentista.
La muerte de al menos 500 personas (de acuerdo con el Ministerio de Sanidad de Gaza) tras el bombardeo de un hospital, con recriminaciones mutuas acerca de la responsabilidad entre Israel y el grupo Hamás, mantiene muy caliente el termómetro de esta nueva conflagración y nos conduce a pasar revisión de las armas y las estrategias de ambos bandos para realizar estos ataques, cuyas víctimas son civiles inocentes.
El Balance Militar del año 2023, conducido por el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Gran Bretaña, sostiene que las fuerzas armadas de Israel cuentan con 26 mil militares profesionales, 100 mil reclutas, 400 mil en reserva y una brigada especializada, conocida como Sayeret Matkal. En conjunto, superan el medio millón de efectivos.
Hamás cuenta con una estructura militar de alrededor de 40 mil miembros, incluyendo una unidad de comando naval y especialistas en ciberseguridad. También posee el respaldo de otros países y grupos árabes. Fuentes de inteligencia sostienen que solo Irán ha incrementado sus aportes al ala militar del grupo extremista entre US$100 y US$350 millones anuales, que les han permitido asistencia e insumos para construir un sistema de túneles, cohetes con alcances de hasta 250 km, fusiles, balas, morteros y otros proyectiles.
Todo para enfrentar a un ejército israelí, reconocido como uno de los más poderosos del mundo, con aviones de combate avanzados como el F-35 estadounidense, sistemas de defensa de misiles como los Patriot, el sistema de defensa Domo de Hierro, vehículos blindados, tanques, drones y tecnología de vanguardia para combates urbanos.
Para pasar revista de este contexto militar conversamos con el especialista en temas de seguridad e inteligencia, Álvaro Ramos.
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