El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) estimaba en 330 mil las personas que habían cruzado este año la peligrosa selva del Darién en su angustioso caminar hacia el omnipresente sueño americano. Es una cantidad inmensa, pero menor a los 400 mil que ya reportaba Migración de Panamá el 23 de setiembre. La cifra es tan cambiante como la dinámica migratoria misma, pues la Fundación Panamericana para el Desarrollo ya sitúa en 417 mil los seres humanos que pasaron el tapón que une Suramérica con el Istmo. En todo caso, nuestras propias autoridades migratorias dicen que cada día pasan el cordón fronterizo entre 2,500 y 3,000 migrantes, la quinta parte de ellos niños y menores de edad.
Ese flujo, compuesto en su mayoría por venezolanos, haitianos y ecuatorianos, es el más alto registrado en la historia y sobrepasa las capacidades instaladas, los recursos y la mejor respuesta humanitaria posible. En el contexto de esa admisión de restricciones, el Poder Ejecutivo emitió el 29 de setiembre la Declaratoria de Emergencia Nacional de la crisis migratoria, que permitirá a la Comisión Nacional de Emergencias disponer de más recursos y dirigir la gestión de una ya larga situación crítica instalada.
Claro que la situación excede en mucho a las naciones del sur de Centro América y por ello el presidente mexicano López Obrador convocó a una cumbre el 22 de octubre y, en preparación para ese encuentro, los presidentes Rodrigo Chaves y Laurentino Cortizo hicieron un recorrido aéreo por el Darién. El encuentro, sin embargo, quedó eclipsado por las imágenes carentes de total sensibilidad de los dos gobernantes observando desde una tarima y aislados con verjas metálicas el paso de migrantes exhaustos.
Para entender los alcances de esta reunión y otras medidas que se adoptarán, conversaremos con el ministro Mario Zamora, quien además de ser responsable de la política de seguridad ciudadana, es el rector en materia migratoria.
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