Por los plazos establecidos, por haber hecho todo contra reloj (muy a la tica), por los intereses en juego de actores política y económicamente poderosos y por lo complejo de la materia, todo apunta a que Costa Rica, al menos por un tiempo indefinido más, seguirá siendo parte de la lista de países no cooperantes en materia fiscal con la Unión Europea.
El cuento es difícil, aunque lo que exigen los europeos es muy sencillo de resolver: debíamos corregir nuestra legislación tributaria para no favorecer, como actualmente está establecido, lo que se conoce como la doble no imposición que permite que no tributen sobre sus rentas pasivas ni en Costa Rica ni en Europa empresas o personas físicas europeas. Es decir, que igual que debe imperar la protección para que no se afecte a personas y empresas con dobles imposiciones, no debe existir laxitud tal que algunos astutos no paguen tributos por rentas ni en una jurisdicción ni en la otra.
El caso es que en lugar de hacer una reforma simple, sencilla y “limpia” para eliminar ese portillo existente, los diputados por mayoría simple aprovecharon la urgencia de la rectificación, para introducir un artículo que -en pocas palabras- le quita dientes al Ministerio de Hacienda para seguir peleando una batalla (que tiene abierta y que es avalada por los tribunales de justicia) para poder cobrarle impuestos a empresas domiciliadas en territorio nacional por ganancias generadas en el extranjero.
“Lo más cínico es que los diputados le hicieron a Costa Rica lo que la Unión Europea le está pidiendo impedir a sus empresas y ciudadanos” dijo el Presidente de la República al vetar parcialmente el proyecto el jueves pasado.
Por el contrario, los diputados de cuatro bancadas, en contra de esa tesis, argumentan que el Ejecutivo padece de voracidad fiscal y objetan sus recriminaciones.
El caso es que el veto en cuestión abre varios escenarios en el Congreso mientras nos deja expuestos casi inevitablemente a la sanción europea que conocerá de nuestro caso a mediados de octubre. Las implicaciones las analizamos con el economista José Luis Arce de FS Capital.
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