Chile, 11 de setiembre de 1973: un golpe militar derroca al presidente Salvador Allende.
Es tiempo de golpes y dictaduras en América Latina. Unas a sangre y fuego y otras por el “convencimiento” del uso del poder institucional.
En México, por ejemplo, en la llamada dictadura perfecta, el poderoso Partido Revolucionario Institucional (PRI) gobierna con mano firme y lo domina todo.
Medio siglo después, estos dos polos de nuestra América nos permiten perfilar el mapa de los desafíos democráticos regionales.
Chile con Gabriel Boric como presidente, no logra superar los escollos de gobernabilidad que mantienen aún en vigencia la Constitución Política que construyó la dictadura de Augusto Pinochet y, peor aún, el 36 % de los ciudadanos justifican el golpe militar y la extrema derecha deriva réditos de la herida histórica que se mantiene abierta.
Y México, por primera vez en su historia, asiste a una campaña electoral con la opción real de que una mujer llegue a ser presidenta. Con los partidos tradicionales muy debilitados, la senadora Xóchitl Gálvez aglutina los empeños de tres agrupaciones políticas para intentar destronar del poder a la ungida oficialista del populista Presidente López Obrador, Claudia Sheinbaum.
Y en ambos casos, el telón de fondo, como en toda América Latina, siguen siendo los problemas estructurales: la pobreza, la extrema desigualdad y la crisis de los partidos políticos que marcan las desesperanzas de los ciudadanos. Por eso se entiende que irrumpan con fuerza los relámpagos de la polarización política y con ellos, el populismo, la posverdad y la desinformación en todas sus variantes.
Para hacer este repaso, conversamos con el especialista en fenómenos políticos Constantino Urcuyo Fournier.
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