Para muchas mujeres, la maternidad es simplemente algo que "sucedió". Es decir, no siempre fue una idea preconcebida, tipo Susanita (la amiga de Mafalda) o una idealización desde niñas, desde que jugaban a los bebés y los cochecitos. La maternidad, por supuesto, para muchas otras, sí fue un llamado, un anhelo del corazón o del reloj biológico, o como cada una quiera explicárselo.
Lo cierto que es con la dramática transformación del papel de la mujer en la sociedad en el último siglo, la maternidad también ha sufrido cambios significativos. Por un lado, muchas mujeres deciden no continuar el camino señalado convencionalmente de hacerse madres. Por otro, para muchas que no podían engendrar hijos por diversas razones, y tampoco veían la adopción como su propia vía de salida, la tecnología llegó para ofrecerles una alternativa.
Así que hoy, cuando celebramos el Día de la Madre, nos referimos al 15 de agosto y no a ningún otro día del calendario (único por cierto para nosotros los ticos) hacemos un balance acerca del desafiante asunto de tener hijos/hijas y nietos/nietas como una de las realizaciones más significativas del proyecto de vida de millones de féminas.
Y para dimensionar el significado de la huella indeleble de la maternidad conversamos con dos experimentadas abuelas y profesionales que forman parte de la generación que irrumpió en la vida académica y profesional al tiempo que criaron hijos e hijas. María Eugenia Venegas, madre dos hijos, con cinco nietos, tres de los cuales nacieron por la técnica de fertilización in vitro, y Jeaninna del Vecchio con 8 nietos, dos de los cuales fueron producto de la adopción.
Porque el amor verdadero que emerge de nuestras construcciones de familias diversas es incondicional y de múltiples colores y tejidos.
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