En lo que a muertas violentas se refiere, el balance costarricense muestra importantes grados de deterioro. Tanto, que la tasa de homicidios del año recién pasado, alcanzó su máximo nivel en la historia, con una tasa de 12,6 homicidios por cada 100 mil habitantes.
Esto es peligroso si tomamos en cuenta que de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, cuando un país sobrepasa los 10 homicidios por cada 100 mil habitantes, ya pasa a una condición de epidemia de salud pública. Y en la última década, nosotros hemos cedido terreno a la criminalidad violenta, pues los homicidios aumentaron 6 a 1 respecto del crecimiento de la población. En otras palabras, mientras la población aumentó apenas un 10% los homicidios se dispararon 60%.
Nuestra situación es coincidente con la zona en la que vivimos. América es el lugar más violento (sin considerar guerras ni terrorismo) del planeta. Por ello, no es de extrañar que el crimen organizado sea considerado hoy como el desafío democrático más severo que debe enfrentar el continente en este año.
¿Cuáles son en nuestro caso los disparadores de la situación? ¿Cómo revertir esas cifras y contener con mediano éxito la criminalidad viviendo en una zona de enorme actividad de trasiego de drogas y lavado de activos y en un continente cada vez más marcado por la desigualdad y la falta de oportunidades? Conversamos con el especialista en seguridad Álvaro Ramos Rechnitz.
Esto es peligroso si tomamos en cuenta que de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, cuando un país sobrepasa los 10 homicidios por cada 100 mil habitantes, ya pasa a una condición de epidemia de salud pública. Y en la última década, nosotros hemos cedido terreno a la criminalidad violenta, pues los homicidios aumentaron 6 a 1 respecto del crecimiento de la población. En otras palabras, mientras la población aumentó apenas un 10% los homicidios se dispararon 60%.
Nuestra situación es coincidente con la zona en la que vivimos. América es el lugar más violento (sin considerar guerras ni terrorismo) del planeta. Por ello, no es de extrañar que el crimen organizado sea considerado hoy como el desafío democrático más severo que debe enfrentar el continente en este año.
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