¿Alguien puede prever dónde están los límites para el grupo de poder de Daniel Ortega? A los actos despiadados contra ciudadanos nicaragüenses se suman las acciones de confrontación contra poderes globales como la Unión Europea, al punto de expulsar de Nicaragua a la embajadora comunitaria, o cortar relaciones con Países Bajos, en la última semana.
La UE anuncia que responderá de manera "firme y proporcionada" a los pasos desproporcionados del gobierno de Managua; agrega que Managua se aísla al hasta colocarse en posiciones que podrían jugarle en contra, pero el manual de la lógica política parece imposible de aplicar sobre Ortega y los suyos.
Mientras tanto, conocemos de la huelga de hambre de la histórica dirigente Dora María Téllez y otros 20 presos políticos, una acción de protesta extrema ante la tortura de la que son víctimas por el aparato represivo de Ortega, a las que no tienen acceso los organismos internacionales de verificación.
Es difícil no llamar "aislamiento" a lo que Ortega logra, aunque un discurso de la cogobernante Rosario Murillo celebró hace pocas semanas el valor de la "unidad centroamericana", una referencia en la que conscientemente incluía a Costa Rica también, otrora abanderada de las posiciones de condena contra la dictadura vecina, como indican también notables disidentes que se refugian en suelo tico.
Hablar de Nicaragua y es también hablar de nuestra política, queramos o no. Se impone, por tanto, un recuento con análisis de los recientes mensajes de Costa Rica en paralelo a la observación de lo que allá ocurre y sus repercusiones en la comunidad internacional. Para ello recibimos este martes a Carlos Murillo, doctor en Gobierno y Políticas Públicas, analista internacional y director del Observatorio del Desarrollo de la UCR.
La UE anuncia que responderá de manera "firme y proporcionada" a los pasos desproporcionados del gobierno de Managua; agrega que Managua se aísla al hasta colocarse en posiciones que podrían jugarle en contra, pero el manual de la lógica política parece imposible de aplicar sobre Ortega y los suyos.
Mientras tanto, conocemos de la huelga de hambre de la histórica dirigente Dora María Téllez y otros 20 presos políticos, una acción de protesta extrema ante la tortura de la que son víctimas por el aparato represivo de Ortega, a las que no tienen acceso los organismos internacionales de verificación.
Es difícil no llamar "aislamiento" a lo que Ortega logra, aunque un discurso de la cogobernante Rosario Murillo celebró hace pocas semanas el valor de la "unidad centroamericana", una referencia en la que conscientemente incluía a Costa Rica también, otrora abanderada de las posiciones de condena contra la dictadura vecina, como indican también notables disidentes que se refugian en suelo tico.
Hablar de Nicaragua y es también hablar de nuestra política, queramos o no. Se impone, por tanto, un recuento con análisis de los recientes mensajes de Costa Rica en paralelo a la observación de lo que allá ocurre y sus repercusiones en la comunidad internacional. Para ello recibimos este martes a Carlos Murillo, doctor en Gobierno y Políticas Públicas, analista internacional y director del Observatorio del Desarrollo de la UCR.