El último desempleo de nuestro país -según las cifras oficiales- volvió a la cifra previa de la pandemia, 12 %, pero el problema está muy lejos de desaparecer.
La falta de oportunidades, o el descalce entre las necesidades de las empresas y la oferta de trabajadores, provocaron en el último semestre de este 2022 que una parte de la población más bien se rindiera y dejara de buscar empleo.
Si ahondamos en los números, vemos que el terreno laboral es más agreste para las mujeres, lo sabemos, que sobrellevan el peso de su hogar. En la primera mitad del 2022, un 17 % de las mujeres desempleadas llevaba más de un año buscando infructuosamente una colocación. También están los jóvenes, entre quienes un 20 % ni siquiera está dentro del mercado laboral y tampoco estudia.
Pero el reto no acaba con decir "tengo empleo", pues casi uno de cada 10 empleados trabaja menos horas de las que quisiera, eso para no hablar del enorme 44 % de los trabajadores que se aloja en sectores informales (aunque si miramos con detalle en la región del pacífico ese rubro supera el 55 %).
Es como ir levantando capas y viendo problemas adicionales, a pesar de que sigue existiendo empresas que buscan cierto perfil de trabajadores y no los encuentran. Ahí se expresan también las desigualdades y estas obligan a un trabajo fino por región, por sector, por grupo poblacional y quizás por industria, sin entrar siquiera en la pérdida del valor de los ingresos de los hogares, que es otro árbol del bosque.
El seguimiento lo ha hecho el economista Greivin Salazar desde el Observatorio Económico de la Universidad Nacional (UNA) que nos acompaña este miércoles en #HablandoClaro para mirar por debajo de las cifras el momento del empleo, ahora que la economía tanto aprieta a la población por el lado del gasto.