Gustavo Petro, es el primer presidente de izquierda en la historia de Colombia. Una de las democracias más antiguas de América Latina dio este domingo un giro de timón y en medio del imprevisible resultado que arrojó la primera vuelta, la mayoría de los votantes se inclinó por un político muy conocido; así que a la tercera fue la vencida.
Exguerrillero, exalcalde, excongresista y senador, Petro (50,49 %) le ganó la contienda al recién aparecido en escena Rodolfo Hernández (47,26 %) un populista millonario, sin carrera, sin partido y sin plan de gobierno que pateó el tablero político. Así, lo de Colombia es una reconfiguración total del ajedrez. Pero claro, eso no resulta para nada sorprendente en los tiempos que corren. Si no todo lo contrario.
Petro, de 62 años, se convirtió en el presidente más votado en la historia del país con más de 11 millones de votos, pero lo que hizo Hernández fue tremendo y consiguió 4.6 millones de votos más, respecto de su primera presentación. Por eso el designado lo llamó anoche mismo a hacerse parte de los diálogos que el país necesita para su proyecto de paz y soluciones de justicia social.
Paz y justicia social -por cierto- junto con diversidad, lucha contra el hambre, guerra a la corrupción, respeto al ambiente (detener la extracción de petróleo), redistribución impositiva, son solo algunas de sus inmensas ofertas de campaña. Y ahora vendrá entonces lo complejo. Tratar de cumplirlas. Justo cuando los sectores empresariales lo ven con terrible desconfianza y exigen seguridad jurídica, seguridad tributaria y orden público.
Gustavo Petro el ex guerrillero y político de temperamento autoritario (así reconocido por él mismo) tendrá que convertirse ahora en el presidente de todos los colombianos en un contexto democrático de división, fragmentación y hartazgo de promesas. Es decir, como todas las sociedades de todas las naciones democráticas de nuestra América Latina.
Con Constantino Urcuyo analizamos la interesante encrucijada sociopolítica de la tierra de García Márquez.