El mercado de las buenas ideas políticas pasa por un mal momento. Es más, algunos días el mercado de las ideas políticas da la sensación de haberse quedado por completo desabastecido; sin inventario, pero no solo de buenas ideas, sino hasta de ideas simples y sencillas.
Lo que tristemente nos inunda en el mercado de la oferta político electoral son las ocurrencias y los gazapos que son oportunísimos para desenfocarnos de tanto problema real que requiere de solución. Así, si un candidato a diputado se hace una mascarilla facial, de inmediato inunda las redes y es motivo de cuanta elaboración se pueda imaginar. Si en la campaña del PLN, se hace una apología de la pobreza envolviendo en la bandera partidaria a una humildísima mujer de Pérez Zeledón clamando a la Providencia por la elección de Figueres Olsen arden también las redes divididas entre la incredulidad y la indignación. De paso, por cierto, cayó el tercer jefe de prensa liberacionista en cinco meses.
Las redes sociales van marcando el pulso de las campañas electorales en todas las democracias. No solo llegaron para quedarse. Llegaron para imponerse. De acuerdo con los expertos, ese proceso de intromisión en la vida política democrática, evidencia el desvanecimiento de los límites que marcaron en un pasado no lejano, las diferencias entre lo público y lo privado y es por eso que la explosión de las emociones se ha vuelto extremadamente pública. Es lo que se conoce como la intimidad exteriorizada, (eximidad) que define las sociedades contemporáneas.
Más aún dice “Fakecracia” (una publicación reciente de varios autores latinoamericanos) que “la relación que los ciudadanos establecen hoy con la política, se asemeja cada vez más a un modo de consumo, en la cual las experiencias están cada vez más asociadas con la emoción que con la razón”.
Y ese mundo nos inunda, y entonces vemos la realidad solo de reojo. Esa realidad política que hace cada vez difícil avanzar en lo sustantivo, como la simple y llana conformación del quórum legislativo para votar un proyecto complejo como la nueva ley de empleo público. Con el periodista Eduardo Ulibarri lo conversamos en Hablando Claro.