A estas alturas del año y con la Navidad encima, seguro hasta los menos informados ya habrán escuchado al menos una noticia -aunque sea tangencialmente- acerca de la llamada “crisis de los contenedores”. Se trata en realidad de una crisis global de logística y abastecimiento nunca antes vista que provocará (cuando no está provocando ya en varios países) desabastecimiento y consecuentemente encarecimiento de productos tan variados como zapatos, insumos agrícolas, licores, juguetes, vehículos, artículos de línea blanca y sin fin de materias primas insustituibles para industrializar, producir y a su vez, exportar.
Se trata entonces de una situación de caos e incertidumbre que podría generar -a las puertas de la salida de la pandemia- una crisis sin precedentes de incremento de precios o, peor aún, de desempleo y cierre de pequeñas y medianas empresas que podrían sucumbir ante el aplastante peso de la pérdida de inventarios y los elevadísimos costos de los fletes que transportan el 80% de las mercancías que utilizamos por los mares del planeta.
¿Cómo y cuándo este coletazo de monstruo marino gigantesco nos impactará a nosotros en nuestro ínfimo territorio? ¿Es posible hacer algo aunque sea de corte paliativo para aminorar el impacto de una crisis que los optimistas sitúan en el 2022 pero algunos expertos aseguran que podría extenderse hasta el 2024?
Si Estados Unidos con todo su poder está considerando sacar a la Guardia Nacional para enfrentar el problema de los puertos californianos donde llegan casi todas las mercaderías de China, y aun así ya se dan por descontados desabastos para Acción de Gracias y Navidad, ¿es posible que nuestra actividad económica y nuestro empleo no se vea golpeado por este tsunami?
Conversamos con la ex ministra de Comercio Exterior y actual Directora de la Cámara de Comercio Dyalá Jiménez y con el CEO del Centro de Promoción del Comercio y la Inversión Asia Pacífico-América Latina, Andrés Gamboa.