Hay feriado el lunes por una fecha especial que será el miércoles, pero que por motivos económicos los diputados decidieron aplicar el adelanto y así, quizás sin querer, vaciar más el contenido de la celebración. Será la conmemoración del 15 de setiembre y en esta ocasión con doble valor: dos siglos desde que este territorio tomó la manivela de su destino (condiciones aparte).
Esa motivación económica, para beneficiar al turismo, rige en esta semana en el contexto especial de la pandemia que tanto ha golpeado a esa industria icónica de este país cuya más valiosa mina es su imagen internacional. Esa postal habla de un país pequeño, pacífico y alegre, un paraíso natural de gente amable que viene de generaciones que supieron construir una nación fuerte. La realidad se parece a esa foto, claro, pero también nos exige señalar matices y lunares que hemos disimulado por años o que han brotado en décadas recientes, y que nos han reventado en la cara al calor de la pandemia.
Es bueno entonces hacer la revisión histórica de cómo nos construimos así, por qué logramos avances que quisiéramos hubiera disfrutado también los países que nacieron con aquella misma acta de la Independencia de 1821 o por qué se nos hacen tan difíciles los nuevos "pactos de concordia". Y ahora que estamos entrando a proceso electoral: ¿qué hay detrás de ese anhelo vigente por un caudillo que fantásticamente haga la obra a pesar de nuestro añejo apego a los formatos democráticos?
Es día para reflexionar como si fuera la fecha propia del 15 de setiembre. Lo miramos con los ojos de la Historia y una lectura crítica del presente, con el profesor David Díaz, director del Instituto de Investigaciones Históricas de la UCR.