Centroamérica era hasta 2020 un cuerpo débil y conflictuado que en años recientes había logrado pequeños avances y empeorado en casi todos los males. Sobrevivía con dificultades, pero se infectó con el coronavirus y sus múltiples síntomas y secuelas ahora sumen a esta región de 60 millones de habitantes en un momento apenas mejor que el de las guerras de los años 80.
El diagnóstico lo da el Informe Estado de la Región 2021 con sus 14 capítulos y crudos hallazgos que se pueden resumir en la palabra crisis. Claro que hay un segmento que vive bien, que algunos países están peor que otros y que hay rutas de salida (siempre las habrá), pero el paisaje invita a reflexionar más que a celebrar el bicentenario de la Independencia en el mes de septiembre.
Además vemos que el ‘cuerpo’ no es un cuerpo, sino una suma de partes porque al menos así perciben a la región miles de centroamericanos que dieron sus respuestas para el estudio. Nada nos identifica de manera común más que nuestra posición en la cintura de América y, quizás, los retos que nos cubren en lo social, lo económico, lo ambiental y lo político (tan noticioso en semanas recientes), incluida República Dominicana como parte del sistema de integración SICA.
Los datos y los ángulos abundan en el Informe, pero la lectura obliga al análisis también. Aprovechemos en ello nuestro Hablando Claro con Alberto Mora, coordinador del estudio sobre nuestro vecindario centroamericano.