Con apenas el 46.4 % de las 558 mesas escrutadas, la Unidad Social Cristiana alcanzó al corte de este miércoles a las 2 de la tarde, 96.874 votos, lo que anticipa que la convención del domingo podría haber llevado a las urnas a poco más o menos 200 mil participantes. Una asistencia más que meritoria, considerando que las mismas autoridades del partido habían proyectado una asistencia de entre 130 y 150 mil votantes.
Ahora bien, el escrutinio es lentísimo porque no se hace en la autopista de la digitalización, sino en las ruedas del correo. Ello implica que las tulas llegan de a poco y conforme van siendo revisadas se van contabilizando los votos.
Ciertamente es un procedimiento que podría calificarse de obsoleto, pero no solo es igualmente seguro, sino que en este caso no genera controversia alguna por la contundencia de la victoria de la exvicepresidenta Lineth Saborío Chaverri (52.814) quien duplica los votos recibidos por sus contendientes, los diputados Erwen Masís (22,548) y Pedro Muñoz (21,512).
¿Cómo se explica que una política fuera del juego activo haya logrado una nominación presidencial en apenas cuatro meses?
Superado el paso convencional, ahora la Unidad deberá enfrentar la guerra campal que implica la provincialización de un partido en el que las reglas del juego no contribuyen con la cohesión de los liderazgos y los planteamientos, sino todo lo contrario y que, por lo demás, es considerado como un partido de juego duro que incluso se inclina por la práctica del obstruccionismo.
¿Será capaz de resolver o disimular sus fracturas en pocas semanas para dar una lucha de campaña que vaya más allá de mantener un grupo diputadil que lo represente? Con el analista en políticas públicas y actual aspirante a una curul, Juan Carlos Hidalgo, conversamos en Hablando Claro.