Según el Índice de Felicidad de Naciones Unidas los costarricenses ocupamos el lugar número 16 de entre 149 naciones del mundo. Hemos de reconocer -aunque algunos escépticos opinen lo contrario- que aun cuando hemos perdido unos cuantos escalones (en el 2018 ocupamos la casilla 12) cuando de felicidad se trata ostentamos un lugar destacadísimo en el planeta.
Para hacer la medición, esta tabla pondera el ingreso per cápita, la seguridad, la salud, la libertad de elegir, la generosidad y la percepción de corrupción (que es por cierto donde los ticos nos autorreflejamos con peor calificación).
Pero ¿qué entendemos por felicidad? Por supuesto que el entorno favorece nuestra condición pues el ambiente implica una quinta parte (20 %). Mientras otro 20 % la componen asuntos relacionados con la genética, lo cierto es que un significativo 40 % depende de lo que hagamos personalmente.
Justamente por ello, puede decirse que ser felices depende en gran medida de nuestras decisiones y, si de fórmulas se trata, la verdad no hay nada por descubrir. Comer sano, hacer ejercicio, dormir bien, estar presente en el aquí y el ahora, tejer buenas redes sociales (las de amigos y familia), así como ejercitar permanente el cerebro, son factores que nos allanarán el camino, en medio de las vicisitudes propias de la cotidiana existencia. Por supuesto, todo pasa por la voluntad y la preparación. Y por supuesto, por un poco de sacrificio y dedicación.
Conversamos sobre mitos y verdades en torno a la felicidad y lo hacemos con un apasionado del tema, Rodrigo Sánchez Gutiérrez, coach y Master en Neurofelicidad aplicada.