El Salvador celebró este domingo las elecciones parlamentarias y municipales, cuyos resultados podrían coronar el proceso de hundimiento de los dos partidos tradicionales históricos y la consolidación de un nuevo formato de poder que despierta las alertas de los observadores de la democracia dentro y fuera de ese país.
El rostro de este proceso es el popular presidente Nayib Bukele, un político que aferrado a su imagen de millennial rupturista hizo campaña para quedar con las comodidades de una mayoría parlamentaria, y probablemente lo logre, según indicaban todas las encuestas.
El crecimiento de su poder podría alcanzarle para reformar la Constitución y prolongarse más allá, a la latinoamericana, temen sus opositores.
Sus formas, sin embargo, también generan preocupación. Entre otros, habría que señalar los enfrentamientos a instancias judiciales y al propio tribunal electoral sobre el que lanzó sospechas de fraude en estas elecciones.
Recibimos las noticias sobre los acontecimientos de un país que mucho ha sufrido durante la guerra de los ochenta y durante los gobiernos posteriores de izquierda y de derecha. Pero también las recibimos como un insumo más para mirar tendencias de poder de las que no estamos exentos en Costa Rica. Con Gabriel Labrador, periodista especializado en política del periódico digital El Faro, y con el analista local Eduardo Escobar repasamos e interpretamos el proceso electoral y la deriva política en El Salvador.