Vemos aún al norte los humos de las elecciones atribuladas en Estados Unidos y al sur, las llamaradas de una nueva afrenta a la democracia en Perú. En menos de una semana, el Congreso destituyó al presidente Martín Vizcarra y de manera considerada espuria intentó instalar al mando del Ejecutivo al presidente legislativo Manuel Merino que este domingo por la mañana anunció su renuncia. Antes de ser destituido también.
Es decir, dos presidentes caídos en solo una semana (tres en menos de tres años), un Congreso dominado por dirigentes políticos con intenciones torcidas y una ola de manifestantes que esta vez sí llegan en masa a las calles para hacer escuchar su indignación contra la manipulación institucional y la profunda corrupción. Dos de esos -en su mayoría jóvenes- resultaron muertos este fin de semana por perdigones de la represión policial.
Los factores del nuevo conflicto son tan variados como sus repercusiones, con algunos elementos que se distinguen de otros episodios recientes en el Perú, una nación de 32 millones de habitantes cuya economía hace pocos años crecía de forma sorprendente y que ha recibido un golpe especialmente grosero por la Covid-19, con más de 35.000 muertos. En Hablando Claro miramos los caminos accidentados de las democracias cercanas, con el internacionalista Carlos Murillo aquí en Costa Rica y con la politóloga peruana María José Gallo, desde Lima.