Costa Rica atraviesa un momento delicado, que exige un enorme sentido de responsabilidad histórica de los actores políticos, que son muchos más allá del mero Gobierno. El Estado de la Nación en su edición XXV conjunta las tendencias económicas, de desarrollo humano y de cultura política y dibuja un cuadro complejo que no podemos ignorar: estamos presionando demasiado la estabilidad que nos caracteriza; el sistema responde aún, lo vimos en el 2018, pero no sabemos después.
Hay un desfase entre productividad y empleo, los ingresos por trabajo se han reducido y el Estado necesita una economía activa para atender a sectores que el mercado ha dejado atrás. Las brechas regionales son groseras. Aún creemos en la democracia, pero hay problemas que se han resistido por años y un grupo ha empezado a relativizar ese apoyo.
Desde la economía, lo social, lo político y lo ambiental -todo cruzado e influido por lo otro- el Estado de la Nación concluye que el momento es de fragilidad. La portada del informe es justamente eso: un empaque que pide se le trate con mucho cuidado, no vaya a ser que se rompa el contenido. Con Leonardo Merino, coordinador general de esta investigación, desglosamos el Informe 2019 y lo ponemos en perspectiva.