Cuando una denuncia por acoso sexual se hace pública se producen otras en cascada. Esto en realidad es algo bastante reciente. Y obedece a un cambio en el que las sociedades poco a poco, con las mujeres como abanderadas, buscan derribar el viejo estándar que a lo largo de la civilización normalizó (y aún normaliza en gran parte del orbe) las relaciones abusivas de poder de los hombres sobre las integridades físicas y emocionales de las féminas. No es ni de lejos una lucha feminista. Es una batalla cultural de gran calado del género humano.
Pero es una batalla cruel y dolorosa que afecta en primerísimo lugar a las víctimas, pero también a sus familiares y a los familiares de los acosadores. Se trata de un "saneamiento social" de enorme costo pero ineludible para avanzar precisamente como género.
Claro, una cosa es decir denuncia y otra muy muy difícil atreverse a denunciar. Tanto que se estima que sólo una de cada tres mujeres abusadas, acosadas o violadas , se atreverá a hablar en algún momento.
¿Y por qué es tan difícil atreverse? ¿Por qué después de varios o muchos años de ocurridos los hechos? ¿Por qué las víctimas rápidamente al denunciar se convierten en blanco de juzgamientos y los denunciados pasan a ser víctimas? ¿Por qué no gritaron, no huyeron, no se defendieron?
Hay muchas muchísimas otras inquietantes preguntas que asaltan al conglomerado social cuando un caso como el del Ex presidente Oscar Arias estremece a la opinión pública. Para abordarlo desde la ciencia social conversamos en #HablandoClaro con la psicóloga clínica Sara Sharratt y con Sylvia Mesa Peluffo, coordinadora del equipo contra el hostigamiento sexual del Centro de Investigaciones y Estudios de la Mujer de la Universidad de Costa Rica.