Para cualquier demócrata convencido del valor que tiene una prensa libre e independiente, un periodismo honesto y responsable, los desafíos de nuestros días son en extremo demandantes.
Hay quienes sostienen que la prensa como la conocimos (y la conocemos aún) desaparecerá. El tema es que hoy el periodismo anclado en los viejos preceptos de precisión, y corrección de los hechos noticiosos compite en un mundo feroz. No sólo se trata del poder inmenso del entretenimiento desplazando a las noticias duras. Se trata de hechos alternativos (retorcidos, distorsionados) de noticias falsas, de videomontajes. Se trata de posverdad.
En este mundo confuso, pesan tanto hoy las opiniones como los hechos. O dicho de otro modo, los hechos puros y duros, constatados, pierden peso frente a las opiniones.
Gustavo Román Jacobo experto en comunicación política sostiene, al igual que su colega Antoni Rodríguez Rubí que "la relación entre el bien abundante (la información) y el bien escaso (el tiempo para procesarla) está provocando que las reacciones desplacen a las reflexiones.
Sostiene además que hoy el ciudadano se afirma en comunidad mediante la expresión de sus opiniones y esas opiniones están teñidas de indignación como forma de identidad de grupo.
¿Qué clase de mescolanza hace que este conjunto de ingredientes termine por deteriorar la convivencia o peor aún, poner en riesgo la democracia misma?
Para iniciar la semana conversamos con Gustavo Román y con Ernesto Rivera, Director del Semanario Universidad, recientemente galardonado Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez.