Los nuevos aires de un ejercicio populista del poder político, surgido desde los procesos electorales, son hoy más que evidentes en América Latina.
La continuidad del mandato del partido Morena en México, con la presidencia de Claudia Sheinbaum, augura una concentración del poder, no solo por los contundentes resultados electorales, sino por las reformas en proceso a varias instituciones del sistema de pesos y contrapesos.
En Argentina, el presidente Javier Milei logró -a pesar de haber tenido que ceder buena parte de su ambiciosa propuesta - la aprobación de la Ley de Bases, que le dará posibilidad de prescindir del Congreso para tomar decisiones sobre enormes desafíos político económicos.
Sus discursos se centran en achacar todos los males al pasado que construyeron un hoy lleno de problemas que -para ser resueltos- requieren de mayor concentración de poder, de cambiar instituciones, a pesar de que las circunstancias no cambian ni dan, por ahora, resultados a las mayorías.
Igual tono hemos escuchado estos dos años aquí, lo cual se sintetiza en lo dicho por el presidente Chaves el viernes en La Fortuna de San Carlos: vivimos en una disque “dictadura perfecta” en la que la institucionalidad democrática de los últimos 75 o 70 años, impiden crear prosperidad.
¿Serán “topos” dentro del estado para destruirlo y recomenzarlo, como se autodenominó el mandatario argentino?
Para poner más atención en este fenómeno conversamos mañana con el politólogo, Sergio Araya.
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