Vulnerabilidad, desamparo, estupor, culpa y rabia son solo algunas de las emociones que viven las personas víctimas de estafas bancarias.
Pero allí no acaba el drama de ser despojado de los recursos mediante un ardid. La situación se pone peor, cuando se debe enfrentar la revictimización ante la ausencia, no solo de empatía y sensibilidad, sino de responsabilidad de los bancos, así como la carencia de políticas públicas de las entidades de control del sistema financiero, los largos procesos de denuncia judicial y -finalmente- la falta de legislación que proteja a quienes viven esta traumática experiencia.
Delincuentes organizados con estructuras sofisticadas que acceden a información calificada y técnicas depuradas de engaño, van proliferando cada día más, no solo en el país, sino también en el resto de América Latina.
El “Movimiento de personas estafadas por los bancos de Costa Rica” trabaja en una iniciativa de ley, que garantice seguridad y nivele las cargas y deberes entre los actores más fuertes y los más débiles del sistema de intermediación financiera.
Para dar seguimiento a esta urgente y necesaria legislación conversamos con Carmen Rojas Guzmán y Gina Sibaja, fundadoras de este movimiento reivindicatorio.
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