Sin libertades no hay democracia. Es simple y contundente. Y cuando millones de personas que gozan de vivir en las libertades básicas de pensar, opinar y transitar, cuestionan las garantías y privilegios de disfrutar esas prerrogativas constitucionales, muchas veces pierden de vista cuáles son los basamentos mínimos, sólidos y profundos, que sostienen un andamiaje tan complejo y al mismo tiempo delicado, como el edificio democrático.
Venezuela, por ejemplo, fue, en tiempos que parecen muy lejos, una democracia en América Latina. Y los venezolanos, dramáticamente y a un costo monumental e incuantificable, la perdieron. ¿Es posible recuperar una democracia malograda?
Vemos el espejo de esos hermanos sudamericanos, con el lente agudo de Luz Mely Reyes, Directora de Efecto Cocuyo, una organización que agrupa a periodistas venezolanos que lleva ocho años desafiando el hostigamiento y la persecución del gobierno de Nicolás Maduro. Porque cuando se pierde la libertad de prensa, es cuando empieza el fin de la democracia.
Venezuela, por ejemplo, fue, en tiempos que parecen muy lejos, una democracia en América Latina. Y los venezolanos, dramáticamente y a un costo monumental e incuantificable, la perdieron. ¿Es posible recuperar una democracia malograda?
Vemos el espejo de esos hermanos sudamericanos, con el lente agudo de Luz Mely Reyes, Directora de Efecto Cocuyo, una organización que agrupa a periodistas venezolanos que lleva ocho años desafiando el hostigamiento y la persecución del gobierno de Nicolás Maduro. Porque cuando se pierde la libertad de prensa, es cuando empieza el fin de la democracia.