La comunicación en política nunca es un "producto", sino parte de los procesos para alcanzar las metas concretas. Nunca nadie ha votado por un candidato porque "comunicará bien en su gobierno", aunque esto resulte fundamental para desempeñar el poder siempre, sobre todo en un país de poderes acotados para la Presidencia.
Mucho de ese proceso de comunicación se desarrolla con los medios de comunicación. Aunque la prensa hace tiempo perdió el "monopolio" del trasiego de información pública, es protagónica aún en la discusión pública, aunque a veces no queramos reconocerla, o aunque a veces sea puesta como enemiga en función de objetivos políticos.
No es nada nuevo ni original. Se ha visto en otros momentos y en otros países, y se seguirá viendo en la medida en que genere réditos aparentes a costa de la salud de la discusión ciudadana y de la democracia misma. Lo bueno es que la enorme mayoría de los actores de poder así lo comprende; lo malo es que a veces pesa la tentación de jugar en contra.
Podemos ubicar aquí al gobierno del presidente Rodrigo Chaves en sus cortísimas dos semanas, cuyos voceros colocan a los medios de comunicación (todos, en general) como enemigos y plantean un objetivo de "comunicación directa con la gente", sin que hasta ahora tampoco se vea definida.
Y a través de esa comunicación, con sus titubeos iniciales, viajan los mensajes en temas que sí se admiten como sustantivos, por una parte, de la población. El último de ellos, el anuncio de este domingo con medidas tendientes a contener el duro aumento del precio de los combustibles. Merece el tema un análisis que emprendemos con el periodista y analista Eduardo Ulibarri.